miércoles, 28 de enero de 2015

Rincón de Lucy: El amor de mi vida

Conversando un día entre amigos mientras compartíamos un trago en nuestro bar favorito, nació la siguiente pregunta: ¿Quién fue el amor de tu vida? Todos contestaron casi al instante, todos sabían quien había "marcado" sus vidas de buena o de mala manera. Yo guardé silencio intentando  buscar entre mis recuerdos a aquel que fuera merecedor de ser llamado el amor de mi vida... nadie. -¿y tú?- todos me miraron. Silencio- La verdad es que no tengo a quién designarle ese título.- Les dije. Silencio. Cambio de tema.

En un principio me sentí, rara, quizás un poco frustrada, porque ¿Cómo era posible que yo no tuviera un amor de la vida? pregunté a varios amigos más y resulta que fui la única  sin uno. Todos habían tenido alguien que los había marcado en su corazoncito.
Muchas de ustedes a lo mejor dirá, tranquila chica ya llegará el hombre que marque en tu vida un antes y un después. pero la verdad no sé si quiero eso tampoco. 
Le di vueltas al asunto por  un par de días más y al final dije: ni modo. 
Nos reunimos unas semanas después con el mismo grupo de amigos que preguntaba por el amor de mi vida, en el mismo bar y entre copas les dije: Debo reconocer que me siento un poco frustrada con el tema del amor de mi vida.- Miradas hacia mi, caras de extrañeza.- ¿Por qué? -Preguntó uno de ellos- No sé, es que igual es como raro  no tener un amor de la vida. Una de mis amigas me dijo- Estás loca, pero en serio. ¿Acaso no te das cuenta de como son las cosas? No tienes un amor de la vida, porque el amor de tu vida eres tú misma, no dependes emocionalmente de nadie, tus recuerdos no están atados a un sentimiento de nostalgia, o sea eres libre.Yo sonreí, le encontré sentido y es que no es que no haya amado en el pasado, amé y amé mucho, pero el amor por mi misma es más grande que el lazo que me haya atado a otra persona, a lo mejor suena egoísta o narcisista, pero créanme no es  así ¿Por qué habría de ser egoísta amarme más a mí que a otra persona?
Esa noche me sentí plena, fui completamente feliz al descubrir que el gran amor de mi vida era yo.

Gracias  a aquella amiga, que me ayudó a darme cuenta de esto.

Lucy.

miércoles, 14 de enero de 2015

Historias de Lucy: El mejor sexo, es solo eso... Sexo

Debe haberte pasado alguna vez: conoces a una persona (hombre o mujer), te gusta, le gustas, se miran, coquetean y sin que nadie se de cuenta –indispensable- intercambian teléfonos... esperas todo el día en que suene tu celu, hasta que sucede, te invita a salir y allí estás tú, pensando en ‘lo rico que lo hará’.
Le dices que sí y coordinan un encuentro, alucinas todo el día en como será ese momento... sabes que aquella cita tendrá su epílogo en el cuarto de un hotel –o en su depa, según sea el caso- y ustedes dos ‘haciéndolo’ como un par de locos, el mejor sexo que uno pueda tener; sigues pensando que hacerlo con él (o ella) debe ser de lo mejor.
Llega la noche, te arreglas, vistes la mejor lencería que encuentras en el cajón, el mejor perfume de tu tocador y ensayas la mejor de las pláticas, la mejor de las sonrisas y por supuesto la mejor de las miradas, esa que diga que quieres todo sin necesidad de hablar.
Vas a su encuentro, allí está él, más lindo incluso que el día en que lo conociste, ves esa cara que tanto te gustó y en silencio vuelves a imaginar ‘que bien cogerá’. Van a tomar algo (que no es un café pues la cita a merita mucho más que eso), y entre risas se van conociendo, cada vez te parece más guapo y con cada sorbo de tu copa de vino, lo alucinas más intensamente dentro de tí (o encima tuyo, lo mismo es), y sientes que ya no puedes más.
Salen del restaurant y esperas que pase algo, ya! de pronto te agarra el brazo y te lleva hacia sí... te besa, wau! piensas que si así besa ‘haciéndolo’ debe ser mucho mejor, sabes que ese feeling que hubo desde la primera mirada tiene que culminar (esa noche) en un buen encuentro sexual, por algo no te lo has imaginado tanto.
Besos van y besos vienen, cada vez más calientes, no hay necesidad de decir nada, el encuentro de aquellas bocas lo dicen todo y solo tienes en mente el cogértelo de una vez. Entran a la habitación y ya no piensas en nada, sólo quieres hacerlo, y te ves allí, parada frente a él, se miran, sonríen y empieza la acción: besos, abrazos, caricias... te sientes nerviosa -lo cual no es común- y sientes que él también está emocionado, no calculaste que sintieran eso pero que más da... allí están y hay que disfrutar el momento.
Y sucede: lo sientes dentro de tí una y otra vez y de todas las formas, él encima de tuyo, tú encima de él, crees que ya no pueden disfrutar más pero continúan, ahora piensas ‘cuánto puede durar’... y tú acabas una, dos veces... hasta tres, y él sigue haciéndolo, haciéndotelo.
Termina, puedes sentirlo, sentirlo tanto, se miran y descansa sobre ti, lo abrazas, y pasa mucho rato sin que se muevan, luego descansa a tu lado, cogidos de la mano conversan, se ríen, saben que el sexo ha sido maravilloso y no hay necesidad de decirlo.
Miras el reloj y le dices que es tarde, lo besas apasionadamente, ya estás encima de él nuevamente, todo es tan intenso que lo vuelven a hacer, con mayor intensidad que antes, no puedes pensar en nada y él tampoco puede hacerlo, simplemente disfrutan, viven el momento y cogen como nunca antes lo habían hecho con nadie.
Pasan un par de días y te das cuenta que en las últimas 48 horas solo has estado pensando en él y –sobretodo- recordando la gran cogida que tuviste, ese gran encuentro que a estas alturas para ti ha sido el mejor de tu vida. Tu mejor amiga –a quien se lo contaste apenas saliste del hotel- te dice que es momento que dejes la emoción, que aterrices, que si en la cama les fue tan bien es posible que fuera de ella no suceda más nada.
Al cuarto día será su segundo encuentro, ya te compraste un hilo dental con pedrería, aunque tal vez él ni siquiera lo note; apenas se ven quieren hacerlo, ya ni siquiera van a tomar algo, simplemente van a poseerse, a sentirse, a hacer el amor... y lo pasan tan bien que ya piensas en algo más.
Te sorprendes de querer verlo no solo para cogértelo, quieres hacer otras cosas, ir a cenar, al cine... pero piensas que eso está mal, la idea era pasarla bien, solo eso. Y así vuelven a encontrarse, y vuelven a coger día tras día, pero ahora es distinto, ahora se dicen cosas, cosas cariñosas,  cosas que les da mayor intensidad al encuentro...
A estas alturas ya se conocen muy bien, sientes que encajan perfectamente en el sexo, y lo hacen de todas las formas y en todos los sitios: en la cama, en la mesa, en la silla, en la ducha... sabes que ha sido el mejor hombre –sexualmente hablando- de tu vida, crees que es el mejor sexo del mundo.
Miras el calendario y te das cuenta que ya pasaron algunos meses y sigues teniendo el mejor sexo del mundo, le dices a tus amigas que ya acabó, que fueron muy buenas cogidas pero que se acabó... mientes porque igual sigues tirándotelo.
Sacas tu cuenta y ya son seis meses, ya no quieres salir con nadie, solo con él... pero piensas que nunca habrá una relación, que solo es sexo, y piensas: que más da, sacas tu cuenta, quemaste muchas calorías, lo pasaste muy bien, pero ya es suficiente.
Planeas el mejor de sus encuentros, pasan el día juntos y ya no pueden hacerlo más, es demasiado  para un solo día... le dices adiós, él te abraza, te besa una vez más, sientes pena y no lo entiendes, luego reparas en que no encontrarás jamás a alguien que ‘te lo haga’ tan bien.

Sales del hotel y llamas a tu mejor amiga, le dices ‘ya aterricé’, ella entiende, no hay necesidad de preguntar nada más, se encuentran en un bar y piden su  trago favorito.
Acabas de tener el mejor sexo del mundo y tienes a la mejor de tus amigas a tu lado, que más puedes querer: seguir viviendo la vida y haberte tirado al hombre que mejor coge en el mundo, en suma: haber tenido el mejor sexo del mundo, pero fue solo eso.

jueves, 8 de enero de 2015

Rincón de Lucy: Tendencias

Tengo la tendencia a pensar que soy una mujer especial, que cualquiera que me conozca en lo profundo se enamorará de mí. Tengo la tendencia a ilusionarme rápido y a entregar mucho. Tengo la tendencia a crear una historia infinita en mi cabeza cada vez que me intereso en alguien, creo toda una historia de amor que siempre, pero siempre termina con dolor y sufrimiento. Tengo la tendencia a creer que cada hombre que me gusta, podría ser el amor de mi vida, pero ese pensamiento se va en cosa de días... a veces semanas hay que reconocer. Tiendo a ser una mujer muy perceptiva en lo que a relaciones amorosas ajenas se refiere, pero cuando tengo que analizar las mías soy un verdadero cero a la izquierda, porque me idiotizo y todo se vuelve confusión en mi cabeza y se revoluciona todo en mi interior, me complico por cosas inexistentes y le busco la quinta pata al gato a cada detalle "Que si me miró, de que forma me miró" " Que si le gusto, de que forma le gusto" y antes de que cualquier cosa funcione o no, tengo un terrible desastre adentro e intento no exteriorizarlo, porque la gente me cree extraña y es que una no logra explicar el torbellino que tiene en el interior. Reconozco que pienso y analizo mucho antes de dar un paso, para evitar el daño, porque tengo miedo, siempre tengo miedo. Voy por la vida con una armadura y una espada, a lo Juana de arco pero no para pelear, si no por defensa.  ¿Y es que como es que una se arriesga después de tanto daño que te han causado? Admiro a esas personas con la capacidad de amar y una otra vez sin miedo al daño y que logran reponerse con rapidez y es que a mí me gustaría tener ese "DON".
¿Por qué las relaciones amorosas deben ser tan complejas? ¿ O la compleja soy yo?  A lo mejor debería dejar de darle tantas vueltas en mi cabeza a las cosas y lanzarme al precipicio, aunque sepa que terminaré destrozada. Pero ¿Y si me cuesta mucho recoger los pedacitos que queden de mí?
Tiendo a darle muchas vueltas a las cosas, a no arriesgarme demasiado en el amor y volverme una quinceañera cuando me enamoro de alguien.
Tiendo a hacer muchas, algunas sin sentido y otras que vienen de lo profundo de mi ser.
Tiendo a ser muchas cosas, sólo me falta valentía en algunos aspectos.

Lucy.