viernes, 27 de febrero de 2015

Historias de Lucy: Down in flames

La nuestra fue una historia de esas apasionadas y locas que se dan pocas veces en la vida. Él era fuego, intenso, abrasador y yo también. La primera vez que lo vi un escalofrío recorrió mi espina dorsal, la intensidad de su mirada sostenida, seductora.. me envolvió. Estábamos en un bar, se acercó a mi mesa, preguntó si podía acompañarnos a mi amiga y a mí a beber una copa, entre mi amiga y yo nos miramos con complicidad- Si- respondió ella. Él se sentó a mi lado y por debajo de la mesa comenzó a acariciar mi mano, un toque suave, cálido, lento, sensual. Me estremecí completamente, mi amiga lo notó y nos miraba divertida, porque para él ella había desaparecido, sólo se centraba en mi mirada y en el roce de nuestra piel.
- Un amigo mío está por llegar- soltó haciéndome salir de mi trance.- ¿No les molesta verdad? - No hay problema- dije.
Su amigo llegó unos 30 minutos después y entre todos entablamos una conversación divertida, nos reímos a carcajadas con historias de ellos, de nosotras, etc.
- Permiso- dije al rato - debo ir al baño. Él me siguió con la mirada. Podía sentirlo observándome desde su asiento. Mientras esperaba que el baño se desocupara, me tomaron por la cintura y susurraron a mi oído- Tengo muchas ganas de besarte- Era él. -Deberías hacerlo entonces- le dije.
Me dio vuelta y me puso contra la pared, me dio un beso apasionado, ardiente. Nos separamos casi sin respiración, fue tan intenso. Se desocupó el baño que estaba esperando y él se adelanto y se metió en él tirándome del brazo hacia el interior. Me puso contra la puerta al tiempo que me besaba y con sus manos recorría mis piernas bajo mi vestido, yo me dejé llevar. Jamás había hecho algo similar, pero la excitación era tal que no pude detenerme, la vocecita en mi cabeza que decía detente se iba apagando paulatinamente, hasta que dejé de escucharla y me entregué a las manos de ese ávido amante, que recorría mi cuerpo con sus manos mientras mi respiración se iba agitando cada vez más. Buscó con sus manos mi sexo, mientras yo hacía lo mismo con el de él. Me tomó con desesperación y pasión y no paró hasta que yo terminé, que con la temperatura como estaba no me demoré mucho. Antes de salir del baño, me besó y me dejó ahí. Yo arreglé mi vestido y mi pelo, mojé mi rostro y mi cuello, mientras sonreía de placer. Había sido una locura, había valido la pena. Salí del baño y él estaba ahí sentado mirándome con el mismo deseo del principio. Mantuvimos la compostura en la mesa, como si nada hubiera pasado en el baño, mientras por debajo de la mesa acariciaba mi rodilla.
-Es hora de irnos- dijo mi amiga mirando su celular- Claro- le respondí. Él me acompañó afuera, se despidió con un beso apasionado, me dio su número y dijo: Llámame- sonrió. Lo miré y lo besé. Un beso de despedida. Nunca más volví a ir a ese bar, nunca lo llamé. Aún conservo su número, pero ha pasado mucho tiempo, mi cuerpo aún se estremece al recordar aquella noche, la locura y pasión de dos desconocidos, la química instantánea.
A lo mejor nos volvemos a encontrar, probaré volver a ese bar uno de estos días.